El estudio entra en contraposición con otras publicaciones anteriores, que habían subestimado la capacidad de adaptación que tenían estos deportistas a un ejercicio de máximo esfuerzo.
Esta semana se ha procedido a la lectura y defensa de la tesis doctoral titulada “Análisis de la variabilidad del ritmo cardíaco y la incompetencia cronotrópica en deportistas con discapacidad intelectual” defendida por la doctoranda Silvia Guillén García, bajo la dirección de los Drs. Manuel Moya Ramón y Raúl Reina Vaíllo, profesores del Departamento de Psicología de la Salud e investigadores del Centro de Investigación del Deporte (CID). La doctoranda es jefa del Servicio de Cardiología del Hospital IMED Elche, y es colaboradora habitual de las actividades realizadas en el Laboratorio de Análisis y Optimización del Rendimiento Deportivo del CID.
Una de las principales aportaciones de este trabajo de investigación ha sido la formulación de una nueva ecuación que valora más fehacientemente la capacidad cardiorespiratoria de deportistas con discapacidad intelectual, y en especial con Síndrome de Down, en contraposición a otras formulaciones de la literatura que subestimaba la capacidad de adaptación a un ejercicio máximo por parte de deportistas con estas características. Este resultado, entre otros, aporta más información a la hora de evitar las dificultades que estos deportistas se encuentran cuando desean realizar deporte de competición, debido al desconocimiento todavía existente en cuanto a su respuesta a esfuerzos de alta intensidad.
Este resultado ha sido contratado con una muestra de 28 deportistas de gimnasia rítmica de competición de un club inclusivo de Elche, entre los que existían diferentes tipos de discapacidad intelectual, así como la presencia o no de cardiopatías, estas últimas pudiendo haber sido tratadas o estar pendientes de intervención. El estudio lo ha completado otro grupo de deportistas de este deporte sin discapacidad intelectual (n=11), así como un grupo de personas con discapacidad intelectual (n=7) pero con un estilo de vida sedentario.
Una de las conclusiones finales de este trabajo ha sido que las personas con discapacidad intelectual tienen unas características cardiológicas propias, especialmente aquellos con síndrome de Down, pero son capaces de realizar ejercicios físicos regulares de alta intensidad, independientemente de la presencia de una cardiopatía, siempre y cuando se realice una evaluación médica completa previa.
El tribunal ha valorado el trabajo con la máxima calificación sobresaliente cum laude.